Darío Carbajal, además de ser Árbitro Internacional de Beach Voley y nacional de indoor, lidera un proyecto que día a día va superando obstáculos buscando abrir la puerta de entrada a una nueva vida con el deporte como bandera. Las historias, la cárcel, el financiamiento, la motivación de despertarse una vez más, el respeto por el otro y las palabras de un alto jerarca Nacional son diferentes mojones que van marcando su propio sendero dentro de este capítulo.

 

  • ¿En qué consiste este proyecto y cómo nació?

El proyecto nace con «Vamos Equipo». Una amiga me propone a mí para empezar a dar clases de voleibol en las cárceles. Yo en ese momento vivía en Canelones y me proponen arrancar en la cárcel de ahí. Todavía estábamos en el medio de la pandemia. Me proponen empezar y se hace un contrato conjunto entre la Federación y Secretaría Nacional de Deporte (Se.Na.De) y ahí empezamos a dar clases en Canelones. Ese año las Personas Privadas de Libertad (P.P.L) hicieron una carta pidiendo a ver si se podía ir más veces. Al año siguiente consiguieron que vaya dos veces por semana y a la vez me pidieron ir a otras dos cárceles. Ellos destacaban que colaboraba con el ambiente, bajaba mucho el nivel de violencia porque si se portaban bien podían ir y si no quedaban encerrados.

Asi nació el proyecto. Luego de dos o tres años de trabajo fue muy buena la receptividad pero, sin saber los motivos pero supones son económicos, se dio de baja el proyecto. Siguió con algún profesor de la SE.NA.DE que no eran específicos de voleibol pero se truncó conmigo. El encargado de deportes de las cárceles que se llama Daniel Grau me propuso la posibilidad de lo que él le dice «sembrar semillas en las cárceles». ¿Cuál es la idea? Es que de manera honoraria voy por las cárceles con redes y pelotas. Dejamos artículos, damos unas clases del deporte y tratamos de dejar un referente para que ellos puedan trabajar una vez por semana algo de voleibol. Generalmente se encuentre algún P.P.L o funcionario del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) que le gusta el deporte y puede llevar adelante la actividad que es lo más importante. Que salgan y se diviertan. Ya hace dos años que existe esto y estuve en cárceles en Rocha, Florida, Durazno, San José y en un montón de lugares. Nosotros facilitamos las cosas. Había un tema con las redes y mediante la Dirección Nacional de Recursos Actuáticos. (DINARA) se consiguieron redes de pesca y en una de las unidades se preparaban las redes. Yo les decía que para que fueran más fuertes las redes se necestiban bandas, entonces se me ocurrió que pidieras las mangueras de bomberos vencidas y se utilicen como bandas y eso hace que duren más. Lo importante es que las redes la hicieron en la unidad de Punta de Rieles, con redes de pesca y bandas que donó los bomberos. Ese fue el inicio del proyecto que hoy se mueve por voluntarismo y por el buen resultado tras el monitoreo continuo.

  • ¿Cuál fue el primer objetivo que vos te propusiste al estar al mando?

El primer objetivo que siempre me puse era entrar. La primera vez que iba a entrar en Canelones, estaba escuchando la radio y el día anterior salió la noticia de que había un motín y habían secuestrado a alguien adentro. Luego era todo improvisación porque los que estamos afeura no tenemos mínima idea de que pasa y que hay. Luego se fue desarrollando con normalidad y los objetivos se fueron completando y de manera espontánea. No me lleve algo en especial, veremos que pasa y lo que pasó es que la gente se enganchó muchísimo con las actividades tanto antes cuando estaban las clases u hoy cuando simplemente les dejo las cosas. El objetivo ahora es algo más tangible y es que se ve que se juega al voleibol en las cárceles.

  • ¿Cuál fue el primer miedo al que te enfrentaste en este proyecto?

Habían varios. El motín de los primeros días. Cuando entré la primera vez me acuerdo el chiste del policía que me dijo «dejá tu cédula por las dudas que te descuarticen». Después el saber si me iba a encontrar con gente que me respete ahí adentro o no. Uno tiene un montón de informaciones que nos da la televisión y después uno adentro; vaya a saber si es verdad. No es tan así como te lo pintan. Uno de los miedos más grandes era una vez que estaba «arbitrando» los juegos entre ellos y se armó un revuelo del otro lado del tejido y enseguida se me acercó la policía a mí y me dijeron «vos tranquilo». Tenía unos nervios bárbaros. Luego se tranquilizó todo y me dijo la policía «si yo te doy una señal, vos venite corriendo para tal lado». No tuve tanto miedo.

  • ¿Rápidamente borraste ese preconcepto?

Los preconceptos con los que yo entré era anda a saber con qué me voy a encontrar, debe ser un agujero negro, esta gente no me da a dar ni bolilla, me van a mandar a freír boniatos. Después que Daniel Grau dijo unas palabras mágicas fue que el respeto lo sentí más que con cualquier equipo que haya dirigido fuera de la cárcel, pero con cualquiera. Porque les dijo: «muchachos, tengan en cuenta que nadie quiere entrar acá a que ustedes hagan actividad». La cara de los P.P.L fue acentuando lo que él decía y el respeto que estuve ahí adentro con la actividad fue tremendo. Las primeras veces yo fui con mis pelotas y mis redes y empezaron a gritarme que querían jugar al fútbol. Un mes y medio después de que llegue, empezaban a gritar que querían jugar el voleibol. Ese fue un cambio tremendo para mí.

  • ¿Qué fue lo que más te sorprendió de quiénes decidieron participar de este movimiento?

Cuando yo empecé no sabía como encarar la situación. Había una variedad de edades, de culturas, de personas en diferentes estados mentales y físicos y empecé tímidamente a hacer ejercicios simples. Luego se me ocurrió probar y mezclar porque yo tenía el proyecto Caranchos, que está dedicado a jóvenes y niños, y les hacía juegos más destinados a su edad. Más juegos del estilo de la mancha, Martín Pescador, ese tipo de juego. Luego se lo propuse a los P.P.L a hacer juegos de reacción y lo hacían como si fuesen niños. Eso me sorprendió y que disfrutaran tanta la actividad y que me dijeran: «cada vez que vos venís, sentimos la libertad», fue lo que más me sorprendió.

  • La Liga de Voleibol del Sur (Li.Vo.Sur) ha trabajado con el INR y la participación de los P.P.L en la fabricación de premios, ¿cómo ves este tipo de movimientos?

Esa iniciativa fue bárbara, estupendo. Les genera a ellos la sensación de que algo que se está produciendo dentro de la cárcel salga hacia afuera y encima sea un premio. El premio no es solo para quien lo recibe, para el que lo fabrica y todo el mundo halaga es tremendo. Para mi es una forma de colabirar con ellos para que tengan un objetivo. El peor problema que hay, y es muy personal esto, para recuperar a los PPL es que no tienen objetivos. Van a salir pero porque están encerrados pero van a salir sin un objetivo. Si vos no le das un hábito a quien está encerrado, como podes prentender que salga con hábitos. El hábito que venía era no hacer nada, entonces es difícil que slaga y automáricamente diga: «Si. Hoy laburo ocho horas». No existe eso. Si uno no le genera hábitos y no le pone objetivos es complicado. Lo que hizo LIVOSUR de mandar a hacer los premios que se entregaron en las finales a los mejores de cada partido y esos que lo recibieron, no tienen ni idea la magnitud de la importancia que tuvieron esos premios para ellos.

  • Hay proyección de que los PPL se reinserten mediante el voley. ¿Dónde y cómo ves la reinserción?

Existe un proyecto para la reinserción a través del voleibol. A principio la idea era para que ellos hicieran trabajo en equipo, que no es habitué, que pudiesen ver un deporte que no tiene contacto, que requiere ciertas habilidades pero hoy día eso fue madurando y gracias al apoyo de la Federación se nos ocurrió poder ofrecerle, ahora que tenemos el curso online para preparar árbitros, a determinados becados para cuando estén en libertad tener la posibilidad de trabajar de planillero y árbitro para encontrar en esta oportunidad la posibilidad de sumar económicamente al día a día tras cumplir su pena. Yo siempre cuento que tenía un local en Canelones, y la cárcel quedaba saliendo a 5 km, y siempre caían en mi local sin nada en los bolsillos y yo le tenía que dar plata para el boleto para llegar a sus casas. Esto puede ser una buena oportunidad y que salgan preparados para al menos hacer algo, colaborar en algo y para sentirse parte y en una sociedad que para mi es de las más sanas que es la de familia del voleibol.

Bajo este mismo tema, ya estamos preparando a una chiquilina que sería la embajadora del proyecto. Ella es de Maldonado y que ya salió del centro penitenciario. Estamos colaborando con ella en la reinsercción a la sociedad por intermedio de que empiece a realizar planillas y participar como segunda árbitra. Ella ya está realizando el curso de manera gratuita, está llegando al final del mismo y seguramente en breve cominece a participar de los partidos y ver como evoluciona dentro del ambiente. La idea es que ella sea ejemplo para todos los demás. Ojalá que sea el inicio de una nueva alternativa a la hora de salir para quién lo necesite y tenga ganas de crecer

  • ¿Cuando el proyecto llega a su objetivo?» Según Darío Carbajal

Los objetivos se van haciendo durante el camino. Este objetivo de formar reclusos es un objetivo nuevo. Van a ir apareciendo los que no están en el tintero. Cuando arranqué era una incógnita de qué podía pasar. Ahora yo tengo una nueva idea, aparte de la de los árbitros, que es muy difícil pero es armar una liga intercarcelaria que se pueda dividir en zonas y hacer cuatro fechas. Una que se junten en la zona 1 y armar 3 o 4 equipos de cada cárcel que tenga las condiciones. El que sale campeón pasa a la final y así en cada zona para llegar a una última fecha donde se junten los campeones de cada zona y que haya un campeón. Ese estímulo se que funciona porque cuando fui a la cárcel de Las Rosas a plantar el voleibol solo había fútbol femenino y me comentó la referente que estaba que se fueron diviendo las horas porque había mucha gente que quería jugar al voleibol. Ellos tuvieron un encuentro con la cárcel de Minas y todos salían a entrenar temprano para estar en la «Selección» e ir a jugar contra los de Minas. Eso me llevó a pensar en la creación de una Liga intercarcelaria.

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